La enseñanza de Arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Chile se inicia a fines del siglo XIX con un primer curso de arquitectura impartido al interior de la Universidad. La Escuela propiamente tal, fue creada en 1894 constituyéndose en la primera escuela formal del país y en una de las primeras en América. El Presbítero e Ingeniero Don José Agustín Jara, fue el primer gestor de esta empresa, sin embargo, corresponde al arquitecto francés don Emilio Jecquier haberle otorgado el rigor y el tono académico definitivo, siguiendo su discípulo, don Manuel Cifuentes, esta labor fundacional.
Desde sus inicios, aún siendo incipientes, la Escuela recoge con inusitada fuerza las relaciones que se dan entre cultura, arquitectura y ciudad. Dentro de sus 130 años de existencia, se pueden plantear tres etapas que han caracterizado a nuestra Escuela de Arquitectura y que la proyectan en lo que es:
El primer momento coincide con su origen, cuando el desafío es incorporar la disciplina en la recientemente constituida Universidad Católica. En estos primeros años, la enseñanza de la Arquitectura osciló entre una cercanía con la ingeniería civil como disciplina con la cual compartía cursos, y con la perspectiva del Beaux Arts promovida por sus fundadores y profesores de la Escuela, quienes habían estudiado mayoritariamente bajo esta tradición. Esta dialéctica dio surgimiento a los mas emblemáticos edificios en la ciudad, realizados por los mismos profesores o alumnos egresados, como el museo de bellas artes por Emilio Jequier, quién también diseño el principal edificio de la casa centralde la universidad. El gran éxito de alumnos que desde sus inicios tuvo el curso de Arquitectura, así como el inicio de la titulación profesional de arquitectos que comienza con el primer titulado en 1899, son una muestra de la acertada visión de sus propulsores, que respondía a una necesidad que el progreso del país hacía evidente. A partir de 1920, la Escuela de Arquitectura pasó a constituirse como la primera Facultad autónoma de Arquitectura del país.
El segundo momento, coincidente con un periodo de Intensas reformas universitarias, está caracterizado por alcanzar el estado del arte en el debate disciplinario, impulsando con esto la introducción de la teoría y una nueva presencia de la abstracción en la enseñanza de arquitectura, principalmente motivada por las ideas artísticas y las personalidades que participaron en el Movimiento Moderno Internacional. La Iglesia Benedictina del Padre Gabriel Guarda y el Hermano Martín, ambos arquitectos PUC, es un ejemplo de ello. Durante este período además, se establece una notoria apertura de la Escuela hacia el exterior, manifestada en una estrecha relación con los Estados Unidos a través de profesores visitantes, tales como Joseph Albers en 1953, Halasz en 1964, Goody en 1965, y de programas de visitas y becas de estudios de profesores chilenos a universidades estadounidenses, quienes tuvieron la oportunidad de relacionarse indistintamente con arquitectos como Neutra, Gropius o Wright. Un número importante de los arquitectos titulados de esta época, conformaron oficinas profesionales de prestigio que dieron respuesta a obras de gran calidad tanto en la ciudad de Santiago como en regiones, adjudicándose gran parte de los concursos de arquitectura de ese momento. Es el caso de Emilio Duhart, Mario Pérez de Arce, o la oficina de Bresciani, Valdés, Castillo, Huidobro.
Reconociendo los momentos anteriores, se distingue una tercera situación en la cual, se presentan tareas de gran riqueza y riesgo. La apertura a un mundo globalizado, la influencia de los nuevos métodos para pensar y hacer arquitectura, así como la interacción de la arquitectura con la ciudad y su territorio desde una perspectiva sostenible, han consolidado a la Escuela en su rol formativo, desde el cuidado del oficio y la profesión. A partir del año 2003 y luego mas recientemente, el Plan de Estudios de la Escuela de Arquitectura ha introducido cambios estructurales que responden a estos nuevos desafíos, donde los estudiantes logran una perspectiva integral y crítica del medio ambiente, desarrollan una capacidad de detección de los problemas contemporáneos y aumentan su capacidad de propuesta y comunicación. Como reflejo de esto, en las últimas décadas, un número importante de arquitectos jóvenes encuentra un reconocimiento en los medios nacionales e internacionales con obras relevantes, y nuestra Escuela es destacada en Bienales y concursos internacionales. Asimismo, un número significativo de arquitectos egresados de nuestra Facultad, han obtenido importantes reconocimientos a nivel nacional, como el Premio Nacional de Arquitectura, y a nivel internacional, como el premio Pritzker y RIBA International Fellow.